sábado, 22 de septiembre de 2007

"Vergüenza expuesta"



Le declaro a una chica mi amor de púber. Le pido que sea mi enamorada. Todo esto por messenger. Naturalmente me dice que no.
Grito: "Muerte al torero maricón" en una protesta antitaurina. Mi arenga no tiene eco. Hay homosexuales en el grupo de protesta. No vuelvo a protestar nunca más.
Tengo 10 años, estoy lanzando piedras. Rompo la ventana de mi sala.
Tengo 11 años. Es un domingo de febrero. Estoy mojando a una chica. La chica me golpea y me araña la oreja derecha.
Es el mismo verano. Estoy haciendo desmanes con un grupo de muchachos mayores. Las fuerzas del orden me atrapan y se ríen.
Un amigo me invita a su casa a jugar play station y a ver películas. Salgo de su casa con él. Mis demás amigos se burlan y nos toman por afeminados.
Me llega una carta de un amigo al que quiero mucho, con regalo incluido. Está en algún lugar de Estados Unidos. Espera mi respuesta. Nunca le respondo.
La chica a la que amé encuentra una foto mía desnudo cuando era pequeño. Se ríe. Luego nos desnudamos. Se vuelve a reír.
Me botan de la clase de literatura.
Mario me baja los pantalones, mientras como un cebiche en la avenida.
Conozco a mi media hermana. No sé que decir. No me produce ninguna emoción. No puedo fingir. Sin embargo, sonrío.
Es viernes. Estoy tomando ron con Luis, Fernando y Mario. Vomito, haciendo un gran esfuerzo. Luis me frota la espalda. Podría decir que reconozco en él cierto aire de hermandad. Sigo vomitando. Me dice que no volverá a "chupar" conmigo.
Es viernes. Todo ha pasado, volvemos a tomar. Estoy algo ebrio. Les busco pleito a unos tipos. Luis me detiene y se molesta. Me dice que no volverá a "chupar" conmigo. Cumple con aquella amenaza.
Espero a una amiga en una clínica de comas. No llega. Sigo esperándola. Nunca llega. Me voy.
Escribo un cuento. Hablo de 4 buenos amigos y de lo mucho que los quiero. Sólo uno sigue siendo mi amigo.
Tengo 15 años. Estoy en un jirón penumbroso del centro de Lima. Me emborracho con dos sujetos a lo que no conozco, un día antes del cumpleaños de mi mamá. Llegó a casa. Mi mamá me dice que no quiere verme al día siguiente.
Estoy regresando de estudiar. Se me abulta la bragueta. Es una situación incómoda. Siento que todos se han dado cuenta.
Tengo 7 años. Mi mamá me espera a la salida del colegio con un hombre flaco, con poco cabello. Dice que es mi papá. Trato de portarme como un hijo. Le pido dinero.
Digo que soy ateo. Digo que soy agnóstico. Voy a misa, rezo, me persigno. Cambio mi argumento. Compro todos los lunes un periódico "serio". Sólo para leer la columna de Jaime Bayly.
Le hago una promesa: "Yo jamás te dejaré, siempre estaré a tu lado". Ella me cree. No cumplo. Dejo de hacer promesas.
Me entero que mi apelativo es una pastilla.
Me obsequia un libro. Dice que me ama. Peleamos, dice que ya no me ama. Me siento
traicionado. Le prendo fuego al libro.
Sueño con una amiga. Me veo besándola. Me despierto decepcionado, sólo en sueños lo consigo.
Aprovecho la estadía de mi mamá en el hospital y lo deshabitada de mi casa para hacer lo que nunca debí hacer.
Llego a la conclusión de que mi felicidad radica en dormir.
Quiero decirle a una amiga lo mucho que me gusta, quisiera confesarle que está despertando en mí, algunos sentimientos que creí haber olvidado. Quisiera pedirle que sea mi novia. Me quedo en silencio. Le termino diciendo que su frente es muy amplia.
Camino con un cigarrillo. Busco poder borrar todo y empezar de nuevo.

0 comentarios: