lunes, 5 de mayo de 2008

"Loero, rutinario y conformista"


Yo no soy un hombre decente. Los horarios y la rutina no me dejan serlo. ¿Puedo ser decente a las cinco de la mañana, cuando al abrir los ojos sólo me acompaña la oscuridad y una terrible tembladera en la superficie de la cama?, ¿Puedo ser decente a las cinco de la mañana, cuando no tengo otra alternativa, y debo ser plenamente consciente de que las siguientes 9 o 10 horas las pasaré despachando combustible a tías ricachonas, millonaritos desafortunados y taxistas que piden sencillo, o sino, en el peor de los casos, me pagan el consumo de 3 o 4 soles con billetes de 100 o 200? No puedo ser decente, ni siquiera intentarlo.


A las cinco de la mañana todo es materia inerte. La vida pasa con desgano, y acompañada de un aire delictivo comprensible a esas horas. Las acciones más insignificantes, son capaces de perturbar la paz y tranquilidad ajenas (algo que ahora me resulta envidiable, pues en épocas pasadas no imaginé añorar tanto la vida sedentaria, y más aún en invierno, cuando adoro más poder dormir acurrucado, sin preocuparme por lo que ocurra afuera en el mundo que gira a pesar de nuestras miserias o debido a nuestras miserias). Bostezar con cautela, andar en cuclillas o presionar el interruptor, es lo más parecido a una conspiración terrorista o un acto sacrílego.


En la calle es distinto, pero igual de decadente. Borrachines atestados en las licorerías, esquinas con basura amontonada, y otros que como yo, sienten por ratos la certeza de ser los primeros mortales despiertos y andando con optimismo a las 6 de la mañana, capturados por la neblina, plantándose en los paraderos, repitiéndose: "estoy con la hora, puta madre...", trepándose a los ómnibus que ya circulan, y esperando alguna sorpresa en el camino (un desafortunado suceso en el trayecto, ya sea un choque o una llanta baja. O que la jermita que viaja circunstancialmente en el mismo asiento te haga el habla). Todo cuenta, todo vale a ciertas horas de la mañana, digamos que para despertar completamente o para darle algo de emoción al día.


Es una manía o una costumbre, pero siempre busco un carro vacío, o no tan vacío, pero con un sitio disponible (odio viajar de pie y sentarme en los asientos reservados). Cuando es inevitable, abandono mi lugar para cedérselo a alguna viejita, pues siempre existen esos manganzones ruines que no captan la idea de qué son asientos reservados. Felizmente, a todos los choferes les gusta la música "chicha", la única forma de calidez que conozco a esas horas (tan movedizas y delirantes melodías me apasionan cuando es tan temprano). En arenales, todo es más rápido, no hay demoras ni muchos "viajantes", en el parque España, se pasean algunas manchitas de emos. Alguien dice bajo en Begonias, otro en Parodi, algunos en Rivera y Navarrete, la pareja de colegiales en la via expresa, ¿y yo? Yo bajo en la clínica. "Clínica baja", dice el cobrador.


Camino tres cuadras hasta el puente Quiñones, y desde ahí 3 cuadras más de gran tamaño hasta el grifo "Tiki" de Repsol que es el grifo en donde me gano la vida desde hace casi un mes (Qué rápido). Saludo a mis compañeros: Naveda, Milagros, Olarte, "La loba", Cirilo, quienes también se están enfundando el mameluco de la compañía.


Bueno, es hora de atender a los encorbatados superficiales de siempre, a las gringas de San Isidro que adoran pagar con sus tarjetas de credito American Express o Diners (porque cargar efectivo es un peligro en una ciudad como esta), que le hechan 95 o 98 a sus mercedes, 4x4, o Toyotas (porque ni locas manejarían un petrolero, ya que ese es combustible de taxistas, aaaaaaagggggggg) y odian cuando les das el vuelto en sencillo (obviamente, debí adivinarlo, como van a contar el sencillo en la ventanilla, si el sencillo solo pueden contarlo las placeras en los mercados a la hora de compar ají colorado y cubitos maggi).


Todos los días la misma rutina, Buenos días señor bienvenido a Repsol. Hola flaco, ponle 250 soles de 95. Correcto, jefe. Maracador en cero. Cóbrate con mi tarjeta visa, porsiaca...tiene chip y dame factura. Ahí tiene señor, muchas gracias por su compra, hasta pronto. Chau.


No sé porque sigo trabajando como grifero, tal vez tengo la ilusión de que alguna mujer despechada con bastante dinero me haga su amante, de repente es porque quiero llegar a fin de mes y cobrar mi sueldo, sea la razón que sea me preocupa hasta cierto punto. Además no tengo nada que hacer a esas horas, ya puedo poner como pretexto que estoy trabajando para descansar todo lo que pueda sin ser interrumpido, tener dinero para comprar libros y seguridad (el dinero es lo único que me da seguridad).
"Hoy no fui a trabajar, reivindicando mi postura de obrero explotado me negué a la jornada laboral, y bueno, también porque me dieron el día libre..."

Por eso sigo siendo un tipo vulgar y corriente. Un tipo que se despierta a las 5 de la mañana con la misión de intentar ser un hombre decente, o por lo menos un hombre...
Canción de fondo: "Lágrimas de sangre" y "Obreros somos" - Los muertos de Cristo